Edilberto Domarchi
EDILBERTO DOMARCHI
Edilberto Domarchi, nació en la ciudad de Linares el 24 de febrero de 1924 y munrió en Talcahuano el 09 de mayo de 2000. Hizo sus estudios primarios y secundarios en su ciudad natal y se tituló de profesor en la Escuela Superior José Abelardo Núñez de Santiago. Ha realizado crítica literaria en los diarios “La nación”, “Las Últimas Noticias”, “El Sur” de Concepción, “El Heraldo” de Linares y “La Discusión” de Chillán. Además ha colaborado en revistas y diarios especializados extranjeros (Venezuela, España y Colombia).
Domarchi, además de poeta, es crítico literario y cuentista. Entre sus obras literarias podemos mencionar: Perfiles de las Sombras Claras, Santiago, 1963; El Tiempo y el Fuego, Santiago, 1966; Los Esclavos del Faraón Cheops, Santiago, 1968; Vida de Perros, Linares, 1970; Caballo Cojo Arrienda Fonógrafo, Santiago 1972; El viejo Armario, Santiago, 1977; Fábulas y Oniromancias, cuentos, Chillán, 1983; Antología Poética de una Familia Linarense, Chillán, 1984; El Hombre Flamígero y Florido, Chillán, 1986; Antología Poética, Chillán, 1992.
Entre los muchos premios y distinciones que ha obtenido el poeta se encuentran:
Premio Nacional Andrés Bello,
Premio Juegos Literarios Gabriela Mistral,
Premio Municipal de Arte y Cultura de Chillán,
Premio Nacional “Molino de Oro de Don Quijote”
Premio Municipal, mención literatura de la I. Municipalidad de Linares.
Mucho se ha comentado sobre la producción literaria de Domarchi, coincidiendo todos en su innegable calidad. De él dirá Manuel Francisco Mesa Seco: “Siempre nos ha sorprendido el ámbito poético de este vate, que sabe conjura de una manera feliz la hondura de sus pensamientos, sus símbolos y mitos, con una suavidad de pájaro volando en los precipicios de lo inexplicable” (El heraldo de Linares 05 sep.1983).
Según Carlos René Correa “Domarchi se singulariza por su originalidad y cierta sorna poética. No oculta su amor al terruño. Posee rango de artista desnudo de opulencia, sin falacia alguna, fiel al verbo y la palabra iluminada. Ostenta la maravilla de ser poeta de provincia, veraz y auténtico, pastor de voces peregrinas enloquecidas de amor, luz y abandono”.
La poesía de Domarchi tiene un aire evangélico, que la hermana a los sermones bíblicos, a la serenidad de Tagore o de Kalil Gibran, el profeta. Su poesía resuma una espiritualidad que refresca el alma, unida a una sensualidad y erotismo sutil y etéreo, de raíz pura y limpia, que podría transitar sin problema los terrenos de la santidad terrenal;
Los Dos seres en el más Dulce Durazno
Yo era un hombre que compartía
las dulcísimas estrellas
con una mujer suave
Yo era un hombre devorador
de sus golfos de miel,
yo exploraba su país y sus rincones,
sus volcanes, lagunas
y el húmedo salar
de su amorosa boca perfumada
un y mil veces / las dulzuras de su timbal
azotaban mi carne con delirio.
Pero era tan increíble el universo
que su querida flauta se secó,
huyó lejos de aquella ardiente tempestad
y hoy día no queda ni el recuerdo
del oboe ni el eco de la galerna del amor.
Quienes vayan a conversar con la tarde
o con los ángeles testigos del pan y de la miel.
Le ofrecerán a Ud. frágiles caramelillos
pero jamás del aire que perfumó el duraznal.
En otras ocasiones su poesía es más lúdica y se tiñe con un tinte de hilaridad fina, sutil, pronta al giro coloquial, a la embestida humorística. Ya desde el título, por ejemplo del libro “Caballo Cojo Arrienda Fonógrafo” su poesía es en parte más hermética y va de acuerdo con movimientos vanguardista como el surrealismo, pues su imágenes se vuelven oníricas, soñadas, pesadillescas, emparentadas con las pinturas de Dalí:
El Silencio No Es Oro
Cuando tiembla de impotencia reprimida
y no se rompe el cráneo
contra la muralla de cemento
para condenar al ladrón
con toga y zapatos,
cuando se harta y bebe como un puerco
cuando deja pudrirse
el trigo en el granero
cuando compra una torre y calla
al ver a los pillos fumando sangre
y se muere tranquilamente en su cama.
En el poema El majadero de Mercurio hace gala de su ironía y humor:
Aquel poeta era
el más grande de los majaderos,
dando un recital, decía a cada instante:
Estoy por terminar,
¿No los canso, verdad?
éste es el último poema
todos deseaban sinceramente
que un rayo lo partiese
o que el verdugo
le decapitase de inmediato.
En su poesía hay una constante preocupación por el paso del tiempo, pero su profunda raigambre cristiana le hace aceptar esperanzado el último momento:
Yo Quiero que me Entierren en Linares
Y no en la capital / donde imperan los ruidos y el “smog”,
en mi tierra, el cielo es más azul, el aire puro
aquí ronda el aliento protector de los propios parientes
que emigraron en la penumbra de los tiempos.
Y quiero que me recen una misa en el convento de lo Padres Salesianos,
allá donde nace la ciudad
y el sol por vez primera
se asoma por los huertos orientales
y tocará el mismo viejo armonio
de cuando yo era niño
la canción de los difuntos
con esas notas graves tan profundas
que no se han oído jamás en este mundo.
Un fraile negro
rezará en la ceremonia y cuatro amigos
de la infancia con media docena de parientes pobres
acudirán a misa
con el corazón profundamente dolorido.
Yo dormiré tranquilo
tras el cómodo ataúd,
mi boca esbozará una sonrisa
rogando a Dios, humildemente
por la alegría de mis hermanos vivos.
Domarchi defiende la paz provinciana como el lugar bucólico, pastoril, propicio a la tranquilidad del alma y al encuentro con la reflexión.
La Aldea En La Cual Siempre He Vivido
(fragmento)
Yo quiero vivir en esa aldea de una sola calle,
ahí no deambulan los personajes importantes
no quiero ser notario encerrado tras las cortinas
siempre impaciente por el vacío de la caja fuerte
quiero ignorar a tiempos la radio, la televisión,
salir a otear a los campos, fuerte sano y elástico
ver como surge del pozo el agua cristalina
ahí la flor del durazno es más rosada...
Jaime Gatica Jorquera
CRCULO LITERARIO ALIWEN