CÍRCULO LITERARIO ALIWEN
ESCRITORES MAULINOS

José Dedes

LOS FANTASMAS DE JOSÉ DEDES

José Dedes es un narrador y poeta que nace en la ciudad de Linares, en la localidad de “Las Obras”, lugar donde realiza sus estudios básicos. Sus estudios secundarios los realiza en el Liceo de Hombres de su ciudad natal . en 1971 ingresa a la Universidad de Concepción, donde se titula de Cirujano Dentista en 1976. radicándose en ese ciudad, en la cual paralelamente a su carrera profesional, desarrolla su carrera literaria. Entre sus obras se cuentan: El traje de tres mangas, (cuentos) 1983; La ultima esperanza de la rosa,(poemas) 1985; Bajo la piel, (cuentos) 1989; De fantasmas y abandonos, (poemas) 1992.
Matías Cardal se referirá en los siguientes términos: “Con una concepción moderna del cuento, Dedes prescinde de las cansadoras descripciones de personajes y habitats y teje la trama desde dentro de sus muñecos, desnudándolos un poco en sus pliegues y repliegues, como jugando. Pero, tras ese ludus, se percibe un trasfondo, un apuntar hacia inquietantes situaciones”.
En opinión de Andrés Gallardo en su segundo libros de cuentos Bajo la piel “La incomunicación, la incomprensión, los prejuicios, las injusticias, la fatalidad, desfilan por estos cuentos, a veces como tenue abstracción, por momentos al filo de la truculencia, acaso rozando el sentimentalismo, pero siempre con una envidiable capacidad para mantener el interés del lector”.
Según Edilberto Domarchi el poemario de Dedes, La última esperanza de la rosa “Son seis estaciones para entornar un periplo de navegación humana y divina –una distinta y clara unidad para discernir una posición-: El pecado, El desencanto, La advertencia, La destrucción, La esperanza y El amor... versos de melancólicas entonaciones morales y filosóficas dan curso a poemas de amor fervoroso e idealista. Fuerzan en el verbo poético en el que nos cautivan los suaves hálitos, no obstante su dulzura y sencillez”. La esperanza de la rosa: “He venido a rescatar de entre las ramas / de un otoño triste, / de un tiempo desgarrado y dolorido, / el fruto sagrado de las cosas: / la estrella luminosa, la espiga sepultada, / la sangre y la luz de la palabra. / La paloma y su regreso indemne / y el amor entre sus alas blancas / un vuelo de arpas cantarinas, / la sinfonía en los dedos del viento / y el sol resbalando sobre el agua: / la última esperanza de la rosa. / Porque aún habrá una flor / que entregar quiera / al tiempo su belleza / y su fragancia”.
En su libro De fantasmas y abandonos se desarrolla una viaje desde el desencuentro o la renuncia de la fe hasta el encuentro y recuperación de ella. Las estaciones que debe recorrer el hablante lírico son. El desencuentro, La búsqueda, El sacrificio, La des-esperanza, Ausencias, Dos amores. El poemario tiene hondas notas de profundo misticismo, metafísica, existencialismo cristiano y búsqueda sincera de respuestas de un alma atormentada por el vacío y la nada, ante la cual necesita y exige respuestas concretas a su malograda fe. En el poema Mañana cero, se percibe la muerte definitiva de Dios al momento mismo o unísono de la creación: “Y entonces ya era abismo. / Perdidos el placer y la palabra. / Un silencio de roca en la mirada. / El oído del tiempo desgarrado / fue cerrando las puertas / y mil voces./ Se ha extraviado una rosa / en el vacío. / Y ya no queda Dios para el mañana”. El hablante lírico persiste, contra todos los pronósticos, en su infatigable búsqueda, pues su ser ontológico reclama una estabilidad espiritual para el crecimiento del alma. En el poema La paz esquiva, con ironía sutil, se reclama la poca claridad que hubo al momento de proclamar la palabra, en una especie de antiparábola de la multiplicación de los panes del texto bíblico: “Multiplicaste los panes / y los peces, / pero no las palomas: / no alcanzaron a colmar / todas las manos, / a saciar toda la ser y el hambre, / a traspasar todas las mentes, / a invadir todas las almas, / a posarse en el sentir de tantos pueblos. / Multiplicaste l amor / y las palabras, / pero no alcanzó tu abrazo / a tanto mundo: / no llegaste a tocar todos tus siervos, / fue débil tu voz para guiarnos / y hoy te duele el fracaso que nos duele./ No pudiste plasmar, Tú, la esperanza. / No iluminaste todas las tinieblas”. En el poema Rosa del tiempo el poeta vuelve la senda para darse cuenta que dios esta en cada uno de nosotros y que las respuestas emanan de cada ser en forma individual: “Dios estaba justo / sobre / mi cabeza / protegiendo la rosa / que moría / en mi mano / y blasfemo yo / por tu muerte, / insensato, / no sentí ni entendí / que vivías / de nuevo / en cada intento mío / de sembrar su nombre”.


JAIME GATICA JORQUERA
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