Mario Meléndez
EL INOXIDABLE: MARIO MELENDEZMario Meléndez nace en la ciudad de Linares en 1971. Efectuó sus estudios en el Instituto Linares. Cursó Periodismo en la Universidad de La República. Obtiene el Primer Premio Municipal Bicentenario de Linares, en 1994 por su libro Autocultura y Juicio (1993). Entre Sus publicaciones se encuentran: Poesía desdoblada (1995), Vuelo Subterráneo (1996), La Portadora y otros poemas (1997), Poetas del Maule (1998), El barco del Adiós (2000), Travesía por el Río de las nieblas (2000), Apuntes para una leyenda (2001), Las calles de tu piel (2001). Roque Esteban Scarpa deslizará elogiosos comentarios sobre su creación literaria, elevándolo al rango de renovador de la poesía linarense: “No es común encontrarse con una obra inicial de un poeta de 20 años que dé la impresión de nacer tan hondo, sin perderse en el camino. No siempre se tiene la ventura de que le concedan el honor de participar en el nacimiento de un verdadero poeta, de quien puede crecer con la lluvia del sur, con las riadas de los cielos sin que ningún orín de las vanidades literarias lo oxide”. Entre sus amistades se contaban Ema Jauch, Pedro Olmos y Manuel Francisco Mesa Seco, a los cuales les dedica algunos versos en su libros Autocultura y Juicio.
Su poesía está compuesta de fuertes imágenes, en un lenguaje, a veces desnudo, provocativo y confrontacional, como en el poema A mi persona “Depravado moral me llamo, / pervertido del alma, / mal nacido, / degenerado de día, / de mes, de año / poeta sucio, / promiscuo de poesía / y semen, / desviado con mayúscula / sádico despierto o dormido, / roto más que erótico, / salvaje. / Chacal me llamo, / sicópata me llamo, / perdido me llamo. / Pero, / pueden llamarme Mario”. Su poesía tiene también un sentido social, político, pues Meléndez no concibe la creación poética ajena al ámbito social, el poeta es un ser social y su función radica en ser un denunciante de las injusticias, tengan el color que tengan. En su poema Sangre en el exilio, en un símil entre la migración de las aves a estaciones cálidas y protegidas, se trata el tema de los exiliados políticos durante el régimen militar, con esta analogía el poema gana en lirismo sin dejar de lado su actitud denunciante, pero sin perder tampoco su devoción poética: “Cuando llegó el invierno / a Chile, / miles de pájaros volaron / con la primera lluvia, / estaban asustados / entre la sombra y la muerte, / y prefirieron emigrar / con sus vidas / hacia otras vidas. / Tomaron el primer avión, / desesperados, / se arrojaron a los muelles / persiguiendo barcos, / cruzaron las montañas / huyendo de las lanzas, / y dejaron atrás la patria / y a los herederos del hambre. / Algunos no despegaron jamás, / les arrancaron las alas / en el intento y la lucha, / desaparecieron con nombre y apellido...” El humor, el aspecto lúdico, no es ajeno a la poesía de Meléndez, la cual tiene elementos de la antipoesía, como frases hechas, lenguaje coloquial. Por si las moscas: “ Un día declaré la guerra a las moscas: / ellas no lo sabían / así que pude preparar las más diversas estrategias / y tácticas de combate / comencé por derribarlas casi de amanecida / mientras se disponían a boicotear mi sueño / o en la mesa, / a la hora del almuerzo /.../la lucha se me hacía cada vez más estéril /por lo que opté reducir mi ofensiva / sólo a cuantos combates aislados /... /Finalmente la contienda dejó de tener sentido, / y tuve que alejarme de aquellas infelices / hasta olvidarme por completo de su desagradable existencia. /De vez en cuando un golpe de matamoscas / rompe el silencio en el campo de batalla / y cada uno retoma posiciones, / porque sabemos que la guerra aún no ha terminado”. En su poema Esta es mi sangre crea un emotivo retrato de su abuelo y del oficio de la carpintería: “Mi abuelo era carpintero / un gran maestro / de los clavos y la madera. / El se entendía con las casas, / con las vigas, con las ventanas / con las puertas / se entendía con las bisagras / y con la gente que le contrataba. / Un viejo lleno de historias: / un erudito en el arte del serrucho, / en la estrategia del martillo, / un sabio al fin, / desparramado en la pobreza de los años...” Mario Meléndez se autodefine como un obrero de la poesía, como un trabajador de la palabra, no el que la dirige, desde arriba. Sino como el que la trabaja y la crea. Obrero de la Poesía: “ Soy un poeta vestido / para la ocasión, / un poeta siempre / y en todo enfrentamiento. / Porque un día me conocerán / los árboles, / las hojas me preferirán / al otoño, / me preferirán las raíces. / Pero ahora, / ahora soy tan pequeño y oxidable, / ahora soy un inválido: / porque no tengo pies ni manos, / porque soy de barro, / irrespirable para algunos, / porque pierdo el conocimiento / cero saber quién soy: Mi nombre es Mario Meléndez, / obrero de la poesía.
JAIME GATICA JORQUERA
CÍRCULO LITERARIO ALIWEN